miércoles, 20 de octubre de 2010

El Reino de Yahweh y las Bienaventuranzas
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Las bienaventuranzas no son solamente una promesa de felicidad, sino también una proclamación que se cumple al pronunciarlas; por lo tanto no han de interpretarse como la expresión de un ideal religioso abstracto, sino que se deben referir a una persona, a la de Yahshuah, que inaugura los nuevos tiempos y en quien la voluntad de Yahweh se manifiesta plenamente. es decir, que las bienaventuranzas a la vez que prometen la salvación para el futuro, comportn una felicidad en el presente, y nos invitan desde ahora a la alegría. Además está el hecho de que las bienaventuranzas van más allá de la ley, según Küng nos da a entender. Las sorprendentes antítesis del semón de la montaña, poniendo la voluntad de Yahweh frente al derecho, nos quieren significar más que esto, que no van sólo contra la voluntad de Yahweh el adulterio, el perjurio y el asesinato consumado, sino también el deseo adúltero, el pensamiento insincero y la actitud hostil, cosas todas ellas que la ley no puede abarcar...No sólo reclama lo exterior, lo controlable, sino lo interior, lo incontrolable, el corazón del hombre. No sólo espera sanos frutos, exige el árbol sano. No sólo el obrar, también el ser. No algo de mí, sino mi propio yo, y éste entero...Yahshuah espera; nada más y nada menos que una radical, una integral orientación de la vida del hombre hacia Yahweh. Un corazón indiviso que últimamente no sirva a dos señores, sino a un único Señor. La asunción de esta responsabilidad (la del Hijo) nada tiene que ver con la tristeza de los piadosos bajo el yugo de la ley. El llamado de Yahshuah a la conversión es un llamado a la alegría.
En este contexto la verdad que salva no es una verdad que cada ser humano trae al mundo, como una chispa que puede avivarse por la práctica religiosa o el conocimiento folosófico. La verdad que salva es una palabra que otro ser humano, un testigo, nos trasmite (1Jn.1:1-3). No es descubrimiento por la introspección, sino testimonio que se recibe (en fe). Y quién alcanza salvación, al recibir el testimonio, está en la obligación de encarnar esa palabra, de reflejar la luz recibida llegando también a ser luz en el mundo.
La naturaleza del Reino.
La naturaleza del Reino, según Yahshuah mismo, es la integración de elementos naturales y espirituales, o mejor dicho que, el poder del Reino se manifiesta en hechos beneficiosos para los seres de este mundo.
La cruz de Yahshuah es la señal más clara de que el concepto monárquico ha sido dessacralizado; el camino de la vida no viene por el poder militar-político sino por la entrega y obediencia a la voluntad de Yahweh hasta la muerte.
Es decir que el Reino de Yahweh no puede significar cualquier cosa. Significa que el Reino debe reflejar no sólo el carácter de Yahweh para la humanidad, sino también la estrategia y la metodología de Yahweh hasta los confines de la tierra, y hasta el fin de los tiempos.
La Biblia desacraliza el poder político como "institución humana" aunque el cristiano se somete como testimonio al Señor para "callar la ignorancia de los hombres insensatos" (1P.2:13-15)
Cuando Yahshuah dice a sus oyentes: "Si soy Rey, pero no como los demás reyes", el nuevo contenido que le está dando al concepto del Reino es servicio en amor. Es un siervo (Mt.20:25-28; Lc.22:25-30; Juan 13:13ss)
La hermenéutica normal interpretaría a Yahshuah como si estuviese diciendo: "Todavía no soy Rey. Mientras esperáis la manifestación de mi realeza tendréis que sufrir y servir". Por el contrario, la hermenéutica del cumplimiento entiende: "Dado que mi realeza se realiza en la forma de servicio hasta la cruz, tenéis el privilegio de compartir mi Reino compartiendo mi cruz".
Humillación y exaltación no son dos fases contradictorias, sino dos aspectos de la misma obra. Padilla dice:
"El Reino de Yahweh no es un principio abstracto que uno puede aceptar o rechazar, sino un poder dinámico activo en la creación de una nueva humanidad. Es una realidad presente entre los hombres y que toma cuerpo en una comunidad que la vive y la proclama. Pero es también una esperanza." (1975:47)
El anuncio de días mejores, como los "ya" del Reino, es también misión de la Iglesia. En el caso de Yashuah siempre sobrepujo los "ya" del Reino. Eso precisamente era la "buena nueva" ante la escatología judía que esperaba todo el cumplimiento de las promesas de Yahweh en un futuro. Cercano o lejano pero completamente utópico. No había un acercamiento de ese Reino con la realidad.
Purkiser expresa la presencia del Rey que emana santidad:
"La religión cristiana no es un conglomerado de doctrinas acerca del Rey/ungido. No es ni siquiera un esfuerzo decidido y sincero de vivir de acuerdo con la mente y espíritu del Rey/ungido. Es vida, y esta vida es la vida del Rey/ungido. Es una continuación de la vida del Señor resucitado. "El Mesías vive en mí" es la esencia de la religión cristiana que se presenta en el Nuevo Testamento. No es un sistema, sino una Presencia; el Espíritu del Mesías habitando en el espíritu del hombre" (1988:157).
La vivencia de este hecho nos hace más unidos. Somos uno, todos los que estamos viviendo en el Mesías.
Según Verwer nos explica:
" No puede separarse la doctrina de la vida práctica. Hermanos no veo a Yahshuah con doble personalidad, en parte doctrina y en parte moralidad, que intenta traer a nuestras mentes dos esferas de verdad diferentes. No trató por un lado de enseñarnos lo que llamamos doctrina, ni trató por el otro lado de hacernos moralmente justos. Es completamente erróneo concebir la doctrina aparte del vivir...El mal de hoy es la ortodoxia sin amor, la ortodoxia sin poder, la ortodoxia sin la vida de nuestro Señor Yahshuah" (1978:79).
En la vivencia del reino encontramos el versículo más popular del Nuevo Testamento (Jn.3:16) se nos muestra la intencionalidad del Reino. El amor de Yahweh.

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